Precisión, nitidez y eficacia. No cabe duda, un auténtico trío de ases de la producción de cine que cuenta con un aliado único: la colimación. Algo que no solo permite rodar a la perfección, sino sobre todo evitar sobresaltos y sorpresas. Y, por curioso que parezca y a pesar de parecer secundaria, la colimación es fundamental para cualquier rodaje.
No de manera puntual, sino de manera regular.
Es importante tener en cuenta que las ópticas y cámaras de cine sufren modificaciones imperceptibles al ojo humano. Modificaciones en calibración que dependen muchas veces de factores externos tan difíciles de controlar como son los cambios bruscos de temperatura. En otras ocasiones, gestos tan aparentemente domésticos como transportar una óptica o una cámara en una funda pueden generar distorsiones en el sistema de alineación interno de los dispositivos. Algo que, a pesar de ser imperceptible a simple vista, es más que perceptible cuando visionamos lo que hemos grabado.
Un fallo en la colimación de una óptica o cámara provocará deformación en las imágenes. Y, aunque en muchas ocasiones se recurre a una colimación manual in situ, lo cierto es que la precisión que ofrece este sistema no es preciso por completo. Para alinear correctamente una óptica, es necesario más que destreza y conocimiento. Requiere un mecanismo preciso para el que un laboratorio de colimación cuenta con todos los elementos necesarios. Un buen motivo para no hacer experimentos en tiempo de rodaje y dejarlo en manos de profesionales.
Si necesitas conocer nuestros servicios de colimación, no dudes en consultar la sección que tenemos en la web. Y si necesitas más información, ponte en contacto con nosotros.
Imagen | Hernán Piñera