Seguro que los hermanos Lumière no saldrían de su asombro si asistieran a alguno de los últimos estrenos cinematográficos.
Lo que empezó como unos pequeños documentales de unos trabajadores saliendo de una fábrica o un tren llegando a la estación, ha llegado a ser un medio de contar un gran número de historias diversas, que van desde documentales hasta historias llenas de personajes y mundos de fantasía, creados gracias a las técnicas más innovadoras.
Uno de los primeros retos con los que se encontraron los pioneros del cine fue la introducción del sonido, hasta entonces las películas se proyectaban con un pianista y un relator, que rompían el silencio de la pantalla. En el 1927 se estrenó el primer largometraje sonoro, lo que relegó a un segundo plano el cine mudo, aunque uno de los grandes de este cine, Charles Chaplin, se resistía al cambio y siguió filmando sin sonido, un ejemplo de ello es la maravillosa Tiempos Modernos (1936).
Tras el sonido llegó a las pantallas el color, con el rodaje de La feria de la vanidad (Becky Sharp), de Rouben Mamoulian, alcanzando este cine su máxima plenitud en la oscarizada Lo que el Viento se llevó (1939).
Poco a poco el cine y los escenarios fueron evolucionando, para dejar de ser como una obra de teatro filmada con una cámara estática, y nació un nuevo lenguaje cinematográfico con novedosos movimientos de cámara y diversidad de escenarios, cada vez más complejos.
Pero si hablamos de la evolución de cine, no debemos olvidar la importancia de los avances técnicos tanto en los equipos de rodaje, como en el medio informático. Un buen equipo tecnológicamente avanzado, es imprescindible para que la historia que queramos contar tenga la calidad que buscamos y no limite la creatividad.
Tampoco nos queremos enrollar mucho, ya lo haremos en posteriores publicaciones sobre la historia del cine. Pero si queríamos hacer una pequeña reflexión sobre la evolución del cine, desde esas películas sin sonido en las que las imágenes iban a “trompicones”, hasta los estrenos más revolucionarios de los últimos años en los que unos personajes azules de gran altura corren por bosques imaginarios, o en los que somos capaces de reproducir un aterrador tsunami.