La semana pasada reflexionábamos sobre los comienzos de cine gracias a los hermanos Lumière y su gran evolución. Parte de esa evolución se ha visto en las cámaras y su tecnología, algo imprescindible para poder contar esas historias que se plasman en los guiones.
Actualmente, hay una gran diversidad de cámaras de cine tanto digitales como de negativo, no tenéis más que consultar nuestro catálogo para encontrar una gran variedad de cada tipo, pero el funcionamiento básico de una cámara es más o menos el mismo. Para adentrarnos un poco en dicho funcionamiento nos vamos a centrar en las cámaras de negativo, somos unos nostálgicos.
La cámara de cine no es más que un tipo de cámara fotográfica, que toma una secuencia de fotografías en una cinta de película fotosensible. Una vez revelada dicha película, esta puede ser proyectada reproduciendo el movimiento original registrado en el momento de la grabación. El espectador percibe este conjunto de imágenes fijas como un movimiento continuo, creándose la “ilusión del movimiento”, ya sea por la persistencia de la visión, por la forma en la que el cerebro procesa esas imágenes, o por ambos.
La cámara consta de un objetivo, formado por varias lentes, por el que entra la luz reflejada en la escena. Gracias a las lentes del objetivo también podemos enfocar la escena, para que quede de forma nítida, o desenfocarla para crear algún efecto en concreto. La luz que entra por el objetivo se dirige a la película, que tiene una emulsión que reacciona por el impacto de dicha luz. Dentro de la cámara encontraremos un obturador giratorio, que se abre y se cierra dejando pasar la luz a una velocidad de 24 veces por segundo. A su vez la película se mueve a la misma velocidad para ir registrando esas imágenes fijas, que luego serán reproducidas creando el movimiento.
Por último, nos falta hablar del diafragma, con el que podremos regular la cantidad de luz que recibe la película en función de la “apertura” que pongamos. Por ejemplo, si estamos grabando una escena a una hora del día en el que la luz es muy fuerte, cerrando el diafragma taparíamos parte de la lente reduciendo la cantidad de luz que llegaría a la película. Y por el contrario, si estamos grabando una escena más oscura tendremos que abrir dicho diafragma.
Aunque el funcionamiento básico de una cámara sea el mismo, no debemos olvidar que elegir una cámara adecuada es una decisión importante a la hora de un rodaje, tanto por el formato como las prestaciones que tenga, ya que nos ayudará a conseguir el resultado esperado.