En un post anterior ya hablamos sobre el funcionamiento de la cámara, en esta ocasión hablaremos de una de las partes más importantes de la cámara, que es el objetivo.
El objetivo es la parte de la cámara que nos ayudará a controlar la luz que entra en la cámara y que llegará a la película fotosensible o al dispositivo digital de captación de la imagen. Dicho objetivo está compuesto por un conjunto de lentes curvas de distinto tamaño y curvatura.
Tal y como hemos dicho, con el objetivo podremos controlar la cantidad de luz que entra, definiendo así la luminosidad de la escena, pero también podremos controlar el enfoque, la profundidad de campo y el encuadre.
Dentro del objetivo el diafragma es el dispositivo que regulará la cantidad de luz que entrará en la cámara, y también nos ayudará a definir la profundidad de campo. La profundidad de campo es la zona de la escena que aparece con una nitidez aceptable, por delante y por detrás del punto de foco exacto. Además del diafragma, la distancia entre la cámara y el objeto, la distancia focal del objetivo y el formato, también nos ayudarán a controlar la profundidad de campo.
Un correcto manejo de la profundidad de campo nos ayudará a conseguir efectos muy distintos en la imagen así como influir en la percepción del espectador, siendo también un elemento del lenguaje audiovisual.
Cuanto más cerremos el diafragma entrará menos luz y obtendremos una mayor nitidez de la imagen, y por tanto una mayor profundidad de campo. Lo mismo ocurre con la distancia focal, cuanto menor sea mayor será la profundidad de campo. Sin embargo, según va aumentando la distancia entre la cámara y el punto de foco, también irá aumentando la profundidad de campo, por lo que con los objetivos angulares obtendremos una mayor profundidad de campo que con un teleobjetivo.
El encuadre de la escena estará relacionado con el ángulo de visión o la cantidad de imagen que abarcamos en dicho encuadre. Este ángulo de visión vendrá determinado por la distancia o longitud focal del objetivo que empleemos.
La distancia focal no es una medida de la distancia real de la lente, sino que es un cálculo de la la distancia que hay entre el centro óptico de la lente, donde convergen los rayos, y el plano donde se enfoca la imagen, siendo el plano el sensor de la cámara. Esta distancia medida en milímetros es la que se usa para dar nombre a los diferentes objetivos.
En función del a distancia focal y el ángulo de visión podremos clasificar los objetivos de la siguiente manera:
Angulares: Objetivos de distancia focal corta que abarcan un amplio ángulo de visión, muy luminosos, que aumentan la perspectiva y la sensación de distancia. Dentro este grupo también encontraríamos los grandes angulares o los ojo de pez.
Normales: Dentro de este grupo incluiríamos a aquellos que con una distancia focal entre 45mm y 70mm, aunque dependerá del formato de la imagen. Y son los que se aproximan a ángulo de visión del ojo humano.
Teleobjetivos: Su ángulo de visión es más reducido, así como su luminosidad. Como hemos visto antes sus profundidad de campo también será más reducida que en los objetivos anteriores. Este tipo de objetivos nos permitirán captar con nitidez objetos que estén alejados del plano.
Además de estos objetivos de distancia focal fija también existen objetivos que nos permiten variar la distancia focal, son lo que se conocen comúnmente como zooms.
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Y no olvides la importancia de un buen mantenimiento del equipo de rodaje como de las lentes, por lo que te recomendamos leer el post que publicamos sobre la colimación.